La siesta en un castillo


Escrito el  4 de septiembre de 2012.



     En el primer día de agosto de 2004, fui a un castillo romano y árabe en posterior de los cristianos, se llama el Castillo de Górmaz de provincia de Soria, la Castilla y León. Desde lejos me dio la sensación de que vi un nave de extraterrestre. Parecía que apareció de repente en el medio de una meseta castellana, pero ya sabemos su existencia desde hace mucho tiempo. 

     Anduve entre las ruinas imaginando:  aquí sería un baño, aquí sería una cocina, aquí sería un dormitorio, aquí sería un salón, etc. Desde el castillo se veía en 360 grados a la geografía española. Allí está Madrid, allí está Zaragoza y Barcelona, allí está Medinacelli y Segovia, allí está Segovia, allí está Ripoll y Figueras.

     Confirmo en que los sitios estratégicos para batallas y conquistas son un lugar muy altos que se ve en todas las direcciones. Vuelan libremente las halcones y buitres en el cielo. Había un árbol. Soplaba unos vientos lejanos. Me imaginaba que los romanos, árabes y cristianos echaban siestas iguales debajo del árbol con la brisa. Claro que contando un vigilancia en turno, a ver si no había una polvareda de los caballos.

    Hace una década tuve un plan de sacar la carnet de conducir e iba en un coche al norte de Italia por Barcelona, Marcella en vacaciones de verano. Me gustaría ir a Turin.

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