Mejillones

Escrito el 25 de julio de 2012.


     En el verano de 1982 participé en un viaje estudiantil por el oeste de Europa. Todavía existía el Muro de Berlín. Para ir a Europa desde Japón tardaba unas 18 horas por Alaska y si volaba por la ruta sur tardaba  unas 24 horas. Y ahora, se tarda unas 11-12 horas desde ciudades como París, Frankfrut, Londres, Roma, y si se sale de Stockholm o Helsinki se tarda unas 8-9 horas, creo. 

   Mi compañera de habitación de hotel era una pintora de Tokio, con ella iba a los museos u otros sitios relacionados con el arte. Pero creo que a ella no le interesaban mucho las salidas nocturnas, así que salía con otro grupo por la noche. Eran de Kansai. Mi relación con Kansai era escasa, ya que soy del norte de Japón y vivía en Tokio. 

    Cuando pasamos por Bruselas fuimos a un restaurante en un barrio estudiantil como el de Saint-German des Pres de París. Estaba cerca de la plaza principal, seguramente una de las más bonitas del mundo. Pedimos cada uno un plato de mejillones al vapor, quizá era un plato estrella del restaurante. El camarero nos trajo unos cubos de metal de unos 30 cm de diámetro. Eramos como diez personas. Creíamos que eran para todos. Pero enseguida trajeron más y más cubos de mejillones. Al final era un cubo para cada persona. Aquello no era un acontecimiento especial, si fueras europeo, pero para nosotros era una sorpresa de miles de sonrisas. En Japón no vendían mejillones, así que los tomé por primera vez.

   Y cuando ya estaba instalada en España, cada vez que veo los mejillones en la pescadería me acuerdo  de aquel viaje. Ya que España es uno de los mejores productores de mejillones, ¿no?

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