Relato de una familia bilingüe




Escrito el 12 de abril de 2013

Mi amiga japonesa Mari, era estudiante de Geología antes de conocer a su marido español. Había estudiado previamente español, pero me contó que costaba mucho comprender las clases en la universidad y además tenía que leer muchos libros, así que estudiaba hasta en su tiempo libre. Resulta que ha aprendido bastante vocabulario, pero no conoce muchas expresiones coloquiales.

Desde que nació su primer hijo Rodrigo Taro, ella le hablaba japonés. Él entendía y hablaba japonés, pero no hablaba español a pesar de que el padre le hablaba español. Cuando su hijo se cumplió tres años, y después de pasar unos meses en una guardería española, la tutora le dijo que el niño no hablaba que no era normal que no hablara un niño de tres años, y le aconsejó que lo llevara a un psicólogo. Y unas semanas más tarde la tutora le dijo a Mari que la palabra japonés ''denki'' significaba luz, ya que Rodrigo ese día pronunció: ''denki, denki'', poniéndose de puntillas para alcanzar el interruptor en la guardería. Al saber que hablaba japonés en casa, la tutora le aconsejó que sería mejor que esperara un poco antes de enseñarle japonés, porque ambos idiomas era demasiada carga para un niño de sólo tres años. Mari no estaba de acuerdo con ella. 

Una tarde el niño jugaba con su  mono porfiado*, un oso que nunca se tumba, y un momento se cayó de la mesa al suelo y pronunció la primera palabra castellana de su vida: hoschia (¡hostia!). Al oirla, su marido Rod le regañó bastante fuerte, pero Mari no entendía la causa del regaño, porque ella no sabía el significado de la palabra. Creía que la había aprendido en la guardería. Pero más tarde se dio cuenta de que la usaba su marido. 

*Un tentetieso, tentempié, siempretieso, porfiado, mono porfiado o muñeco porfiado.

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