Primavera


Reescrito en español el 19 de noviembre de 2012.



     Hace unos días vi a unos barrenderos del ayuntamiento quienes recogían las últimas hojas que habían caído de las ramas por el fuerte viento que hizo la noche anterior.

     Los almendros florecen en la Dehesa de la Villa. Sentí el soplo de la primavera. Recuerdo el famoso comienzo de un poema japonés: '' Lo mejor de la primavera es el amanecer. El cielo se va aclarando poco a poco y se vuelve blanco en las líneas de los montes. Las finas nubes moradas flotan en el cielo''*

     Creo que en la primavera madrileña, el tiempo es el más inestable de todo el año. Tras la Semana Santa se estabiliza poco a poco y, cuando viene el mes de mayo, de repente parece que estamos en verano. En el mes de mayo florecen las rosas en muchos jardines de las comunidades de los vecinos, pero hace tanto sol a mediados de mayo que me da la impresión de que las rosas se van a secar. Sin embargo, las rosas aguantan más que los tulipanes y los pensamientos que se plantan en los jardines de los paseos, donde se marchitan en solo unos días con el sol de mayo.

    Cuando comienza a pegar el sol de mayo, mucha gente va con camisetas de manga corta durante el día. Creo que las golondrinas que vuelan cerca de la ventana vienen en esta época. Y una más del calendario natural es ''Procesión de orugas''. En esta época cuando pega muy fuerte el sol, aparecen las orugas en la acera de al lado de los pinos. Como soy miope, al principio pensaba que eran unas cuerdas tiradas en la acera, pero no:  estas criaturas tienen el hábito de desplazarse pegadas las  unas a las otras.

     Desde pequeña no me gustan las orugas y escribí sobre ellas en una redacción del colegio. Normalmente, cuando se es  mayor, se supera la mayoría de los miedos de la infancia, pero las orugas no las he aguantado nunca. Escribo ahora porque las vi el día de San Valentín. En España el día de San Valentín es el 14 de febrero, como en Japón. Ese día vi las orugas que todos los años salían en mayo. Formaban hileras y círculos en la acera. Me alejé procurando no pisarlas.

     Salen  una vez al año durante dos semanas. Además solo aparecen por el día y cuando hace bueno.

     En la redacción del colegio, escribí que no me gustan nada de las orugas, pero quizá en las ciudades llenas de asfalto y hormigón no haya sitio para las orugas. Así que reconozco que en Madrid todavía quedan lugares en contacto con la naturaleza. Intento no mirarlas y me alejo.

     La fotografía: es un vista de la Moncloa desde un enorme pinar que está dentro de la capital de Madrid. Este parque natural es un lugar con un largo camino de tierra, donde los vecinos madrileños pueden hacer  footing, montar en bicicleta, la marcha atlética y pasear. Una mañana de domingo vi a un peluquero cortándole el pelo a su cliente y a unos moteros practicando acrobacias. Veía unas señoras que recogía margaritas silvestres en primavera y por supuesto allí también juega fútbol, al baloncesto y al ajedrez.



* En Japón, el cielo al amanecer es de color blanco, mientras que el amanecer de Madrid es rosa, igual que  el atardecer, como el fondo de las pinturas de Velázquez.

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