1990

      Antes de aterrizar a España reservé una pensión desde Japón. Estaba en la calle San Marcos, una calle paralela al Gran Vía. Una modesta pensión que regentaba un matrimonio con un bebé recién aprendido a andar. Mi habitación estaba encima de un bar-discoteca, la puerta tenía graffiti del típico del barrio desde fuera, aunque nunca entré adentro, se oía muy lejos la estruenda música hasta la madrugada en el fin de semana. (Podía dormir :))

     Las primeras semanas tenía mucho que hacer. Hacer una cuenta para extranjeros en un banco para demostrar que tengo un capital para poder estar en España sin que la necesidad de trabajar. Matricularme las clases de español. Ir a comisaría para solicitar a la tarjeta de residencia. Tenía que esperar en la cola muchas horas, aun yendo desde las 5 de la mañana. Buscar una habitación de un piso compartido. Comprar el periódico ''Segundamano'' cada mañana de los lunes, miércoles, viernes en un kiosco de la Gran Vía, tomar un café en la mesa de comida rápida, buscar las posibles pisos, cruzar la Gran Vía, entrar al Edificio de Telefónica y llamar en la cabina. Había mucha gente como yo. Y si todavía está libre para alquiler, pedir cita para verlo. Muchas veces ya estaba ocupado aunque llamé la primera hora.

     Entre los quehaceres iba al Correo Central una vez a la semana para mandar y recibir las cartas. (Había un servicio que podía recibir las cartas procedentes de Japón enseñando el pasaporte.) Una vez se encontró un piso donde vivir, tenía que comprar unas tazas, vasos, pañuelos, toallas, etc. entré muchas veces al Sepu. Iba todos los días a la clase de español y resto del día iba al cine, a la biblioteca municipal, al Círculo de Bellas Artes, al museo del Prado, a la Puerta del Sol, a la plaza Mayor, a la librería de la Gran Vía, donde encontramos un día unas conocidas de mi amiga, son todas japonesas. Era divertido que ocurran las casualidades de la vida de vez en cuando. Iba de vez en cuando al restaurante japonés popular y  al Retiro, donde encontré un japonés, regendaba un chiringuito con su mujer española. Nos contaba muchas historias y recomendaciones útiles ya que vivía mucho tiempo en la ciudad de la Villa.

A mí me gusta mucho el centro histórico de Madrid.

Escrito el 7 de agosto de 2012

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