Mi abuela

   Mi abuela no era ni alta ni baja, sino de estatura mediana y de complexión también mediana entre mujeres japonesas en aquella época. Me daba la impresión de que tenía mucha fuerza física y caminaba mucho. Según mi tía, era corredora de vallas durante su época estudiantil. Su pelo era ligeramente rizado natural sin teñir, su color de cabello era precioso y tenía un brillo que parecía del color plata. Se peinaba hacia atrás dejando descubierta la frente entera. Tenía los ojos no muy grandes y la boca pequeña, el rostro agradable y sereno sin maquillajes, y tenía muy pocas arrugas, piel brillante y morena. Era una mujer de pocas palabras, educada, discreta, honesta y muy cariñosa con nosotros.

   Mi abuela vivía sola en una casa de dos pisos en una ciudad, que estaba a unos 200 kilómetros de la ciudad donde vivíamos. A partir de cumplir 11 o 12 años, yo iba a su casa para acompañarla cuando me encontraba de vacaciones. Mi abuela todos los días se levantaba sobre las cinco de la madrugada, cuando salía el sol. Y se ponía un especie de conjunto de trabajo para campo, salía a la huerta y quitaba a las malas hierbas. No era agricultora, ya que sus cosechas eran el consumo propio. Algunas mañanas si podía levantarme a esas horas, me ponía chandal, sudadera, botas largas y guantes de algodón y agachándome arrancaba a las malas hierbas con la hoz pequeña. Muchas mañanas, cuando me despertaba ya no estaba ella a mi lado y se había recogido su futón(colchón de algodón) en el armario con las puertas correderas de madera y papel. En la huerta, cuando arrancaba las malas hierbas, aireaba el olor de la tierra negra húmeda, que todavía lo recuerdo.

Escrito el 30 de agosto de 2011.

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