El cielo azul nocturno



    Duermo tapándome con la manta hasta la cabeza y con tapones en los oídos. No por miedo a las fantasmas, sino porque pienso en mis sueños y en que me fastidiría si la vida real me entrara por los ojos y los oídos.
    Hoy también mi madre le lee un cuento a mi hermana. Mi hermana no lee nada, pero como quiere que mi madre se quede a su lado hasta que duerma, le pide que le lea todas las noches. El mes pasado fue la serie de cuentos de Esope, la anterior fue la de Andersen y la anterior de esa, la de Grimm. Hasta las historias de animales de Seton y de entomología de Fabre, que sus peticiones nunca terminan.
    A mi madre le gustan mucho los cuentos, que hace muchos años quería ser escritora de cuentos. Al fin y al cabo se convirtió en una narradora de cuentos, y  todas las noches solo para mi hermana. Así es mi madre, y por eso antes de que naciera mi hermana yo era su único oyente. Gracias a ella me sé todos los cuentos del mundo. 

  
    Uno de los cuentos favoritos de mi madre es ''El Principito''. Mi madre siempre lo leía al comienzo del verano. Un día le pregunté por qué lo hacía. Y me contestó:
--porque florecen las rosas. Cuando florecen, me apetece a ver al Principito. Habló con el rostro feliz. No entendía por qué estaba tan contenta cuando veía florecer unas rosas.
    Si el principito
viene a Japón se quedará atónito. Se alegrará cuando vea muchas cosas, quizá querrá montarse a la montaña rusa...

¡Uy! No me suena nada este camino, ¿dónde estoy?
 
¡Zoooooooooooodooooooooooooon!!  ★ ! ★ ★!!!



   No pude moverme por un susto y un dolor al caer de trasero. Delante de mí extendía una superficie blanca y lisa y un cielo en el que brillaban miles estrellas. Se oía una voz, que no sabía de donde venía.
   --Hola, ¿sabes donde está el principito?
   Había una mula. No entendía nada de lo que estaba pasando y le pregunté a la mula.
   --¿De dónde has venido tú? ¿Dónde estamos?
   --El que quería preguntarte era yo. Oye, ¿está bien tu trasero? Me miró con una cara de preocupación y levantó la cabeza al cielo lleno de estrellas.
   --Mira, ves a una estrella la menos brillante de todas las estrellas. Aquella es mi estrella. Llegué con el principito, pero vino un monstruo y nos tragó. Cuando me desperté, no estaba el principito y caíste tú.
   --¿Ese principito es de ''El Principito''?
   --¿Quién es?
   --Es el principito de un cuento.
   --Quizá te dirá el principito porque le gusta mucho los libros. En mi estrella estamos el principito y yo y miles libros. El principito lee mientras brilla el rey Sol, y me cuenta historias mientras sale la reina Luna. Él sabe cualquier cosa sobre el libro. Por cierto, ¿Dónde estoy?
   --Aquí se llama la Tierra, espera, ¿verdad estamos en la Tierra? El planeta en donde vivo hay cinco continentes y siete océanos, hay mucha gente más que en aquellos planetas, muchas flores y plantas verdes y muchos animales. Hace muchos años no había nada más, pero ahora mismo hay tantas cosas, aunque se me pasara los años y años contádotelas hasta convertirme en un viejo no te podría contar a todo. 
   --No te entiendo nada. Tengo que encontrarme con el principito cuanto antes.

   La mula y yo anduvimos en la superficie blanca, pero aunque adelantamos mucho no cambiaba nada el paisaje.
   --Estoy cansado y tengo mucha sed. Dije yo.
   --Súbete a mi lomo.
   --Gracias, pero ¿estarás bien?
   --Claro que sí.

   Cuando iba a subirme a su lomo, vino un tornado gigantesco, que nunca jamás he visto como ese.
   --¡Ostras, el monstruo!!
   --Wooooo!!

   El tornado nos tragó a la mula y a mí. Dió vueltas mucho más que la montaña rusa más rápido del mundo y parece que estuve desmayado. 

   --Donky!! Despierta, Donky!!
   Me desperté con la voz. El dueño de esa voz era rubio y tenía unos cabellos brillantes, la cara bonita y blanco como una pared, llevaba un vestido de color plata y capa blanca, era el Principito.

   --¿Eres ''el Principito''?
   --Sí, soy el principito, pero no del libro. A mí me gusta mucho leer libros. Pero nunca he visto a las cosas que salen en libros. Quiero verlas con mis propios ojos. Todas las cosas que leí en libros. Por eso he venido con Donky. Especialmente quiero ver el Amor.
   --¿Quieres ver el Amor?
   --Sí. En el libro que leí, decía que el amor es maravilloso y es todo. El lugar donde vivo solo hay Donky y libros. ¿Qué forma tiene el amor?

   --Tampoco yo entiendo, qué es el amor.
   --Ya lo conprobaré con mis ojos. ¡Nos vamos!
   
   Después de andar un tiempo, nos encontramos un anciano moreno con barba. Le pregunté,
   --Oiga señor, ¿dónde estamos?

   --Estamos en el país de Avarais. El rey de este país es el hombre más rico, sin embargo, quiere hasta las cosas que importan los demás. La avaricia no tiene  límites. Cada vez que aumenta más y más sus tesoros, pero no conoce límites su codicia y ambición. Su sed de deseos impide  reconocer lo más importante para él. 
   El principito le preguntó,
   --Oiga señor ¿conoce usted el amor?
   --¿A tí qué te importa más?
   --A mí me importa mucho Donky.
   --Oh. Ya conocerás qué es el amor con tus experiencias. Mantén tu corazón honesta, de tu corazón.
Así le dijo y se marchó.

  Más tarde, vinieron dos peones.
  --Oye, chaval, ¿qué es lo más importante para ti? Enséñamelo.

  --Es este burro ''Donky''.
  Los peones se rieron.
  --¡Qué me dices! ¿esa mula sucia? ¡Tendrás otra cosa!
  --Donky es lo que más me importa. Siempre está a mi lado.

  --Bueno, por lo menos enseñemoslo al rey.
  Los peones nos llevaron al castillo, estaba hecho de mármol y había muchas piedras preciosas encajadas entre los mármoles. El rey  apareció delante de nosotros, estaba cubierto de oro, plata y llevaba joyas de la cabeza a los pies. Estaba yo boquiabierto. El rey dio vuelta a su capa superpesada y se sentó en su trono hecho de oro.  
  --Te cambio lo que consideras más importante por estos zapatos de oro.
  El principito no aceptó la negociación propuesta por el rey, y el rey dijo.
  --Oye, estos zapatos de oro tienen mucho más valor que esa mula. ¿Por qué no quieres dejarla?
  --Y ¿por qué quiere usted a Donky a cambio de los zapatos que tienen mucho valor?
  --Porque la quieres tú. Quiero todo, aun no tenga valor alguno.
  --Los que tiene usted no tienen nada de valor. ¿Qué le importa más a usted? No tendrá ninguno. No tengo el poder ni tesoros, pero estoy contento solo con estar con mi amigo Donky. No quiero poder, tampoco tesoros. ¿Para qué se necesitan? 

  Las manos del principito que abrazaba a Donky temblando y la cara estaba roja. Pero de la rey era imcomparable, pues estaba en rojo vivo de tal manera como si fuera una tetera hervida.
  --¡¡E, es, estás muerto!! ¡¡Captúradlo y mátadlo!!
  Escapamos con todas fuerzas. Por detrás venían los hombres del rey con las lanzas. Corrímos mucho tiempo hasta a punto de asfixiarnos. Ya no veía los peones, estabamos agonizando nos tumbamos boca arriba. Vi el cielo lleno de estrellas.

  --Ahora he entendido lo que dijo el anciano. ¡Volvamos, Donky! Aunque no busquemos en otro lugar, tenemos lo más importante.
Cuando dijo así el principito mirando las estrellas, vino una luz reluciente.

  --Era sueño. Dije al despertarme.

   Una noche del comienzo de verano, de nuevo mi madre le lee ''El Principito'' a mi hermana.
  --Mamá, ¡qué raro que habla una rosa!
  --Sí, está bien solo florece.


Fin.

   
Revista''Cricket Crew'', enero de 1984, Tokio. Terumi Oda.

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