Érase una vez, en un lugar vivía un campesino pobre. Cada año la noche de
Ochenta y ocho(+-2 de mayo)hacía siempre un pastelito de
arroz glutinante para regalar a los dioses del monte, aunque era pobre y le
hacia falta para vivir.
Fue un año de desastre en la cosecha de arroz,
así que le faltaba para el consumo propio. El campesino religioso pidió a los
vecinos el arroz para hacer pastelitos para los dioses y ellos se lo
ragalaron. El campesino pobre hizo unos pastelitos y los dedicó a
los dioses.
Y esa noche apareció el dios del monte en el sueño y le dijo:
''Escuche, campesino, como eres un buen trabajador, te doy un almacén de los cinco que tenemos''.
Cuando el campesino pobre se despertó, no había nada en su alrededor, por lo que pensó que fue un sueño.
Esa mañana vino un súbdito del gobernador. El campesino pensó
si tenía algo que ver con el castigo. Y fue al castillo con temor. Entonces
apareció el gobernador y le dijo,
''Mira, campesino, allí hay cinco
almacenes. El primero es de arroz, el segundo es de legumbres, el
tercero es de sal, el cuarto es de licor y el último es de pajar. Elije el que quieras''
El campesino pobre quiso tenerlos todos y no sabía elegir uno de ellos, pero al final le dijo,
''Soy un campesino. Para un campesino el que más me merecería la pena sería el último por sus variedades de uso''.
A el gobernador le admiró y le mandó a su sequito que la llevara a caballo hasta su casa.
Esa noche el campesino dormía plácidamente. De nuevo apareció el dios del monte en el sueño y le dejó un mensaje.
''Escuche,
campesino, hay un monte sin árbol ni plantas a los pies del monte
Kurikoma. Quema las pajas que te regaló el gobernador en el monte''
Así que en seguida las llevó y las quemó. Mientras duraba la dura época
del frío invierno, el campesino confeccionaba las zapatillas y
botas de paja.
Cuando ya era primavera, estaba acercándose la
noche de Ochenta y ocho, se acordó del monte y le interesó cómo estaba.
Fue y vio el monte lleno de helechos. El campesino saltó de alegría.
El cultivo salía solo cada primavera sin que nadie lo cuidase. El
campesino los recolectaba y vendía cada primavera, y se hizo millonario.
De ahí le llamaban ''millonario de helecho''.
El millonario de helecho: 郵便局ふるさと絵葉書みちのくの民話 監修 昔話採集家 佐々木徳夫
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